viernes, 17 de julio de 2015

Ingeniería inversa a las obras del narco.
 “Aprenderíamos mucho
si apoyáramos 
nuestro análisis a la
ingeniería inversa”.
Abel Pérez Rojas
Considero que la reciente fuga de Joaquín Guzmán Loera “El Chapo Guzmán” es una historia que conlleva dos elementos que van de la mano: la capacidad para corromper y corromperse sin límites y una gran capacidad para trabajar con equipos altamente especializados en diversas áreas del conocimiento.
Hace poco más de una año, recién había sucedida la reaprehensión de El Chapo Guzmán, escribí un artículo que titulé La pedagogía financiera del narco. En aquella ocasión dije habría que reconsiderar hacer objeto de estudio las estrategias económicas de Guzmán Loera, calificado como genio financiero por haber ido de la pobreza al punto de ser considerado como uno de los hombres más ricos del mundo.
En aquél entonces le subrayé que no se trataba de hacer una apología de la delincuencia, pero sí de estudiar seriamente un fenómeno que denota un trabajo minucioso, bien planeado y mejor ejecutado, independientemente de combinar violencia con sobornos.
En ese mismo sentido, ahora es necesario conocer a fondo la capacidad imaginativa y tecnológica empleada en la construcción de un túnel de aproximadamente 1,500 metros de longitud, ingeniosamente ventilado e iluminado, así como del sistema necesario para trasladar en el menor tiempo posible a un hombre 58 años de edad.
Quizá sólo los documentales televisivos -tipo Mega Construcciones (titulado originalmente Extreme Engineering) transmitido por Discovery Channel y The Science Channel- se encargarán de una investigación así.
Evoco todo esto porque en la ingeniería de la construcción se inicia de cero para llegar a un fin, pero si aplicamos la ingeniería inversa, es decir, la obtención de información a partir de un producto para deducir los materiales y la tecnología empleada en su construcción, entonces estaremos aprovechando didácticamente, en gran medida, el tiempo y dinero que está usando la delincuencia para hacer de las suyas.
Imagínese el día, el año, la década, en la que verdaderamente se pueda decir que por fin concluyó la guerra delincuencial que estamos viviendo. Imagine usted que en aquél entonces con las obras e innovaciones tecnológicas delincuenciales, montaremos cientos de exposiciones y podremos escribir gran cantidad de publicaciones de lo que desarrollaron y aprovecharon estos señores y que los llevó a estar en la punta de la conflagración que vivimos.
En resumen: ¿No le parece que ya tenemos que aprender del crimen organizado -obviamente desde una postura radicalmente distinta por ser ética- de su ingeniería civil, de su genialidad financiera, de sus avances robóticos y químicos, y de cómo establecer redes de colaboración y apoyo mutuo, sólo por citar algunos ejemplos?
Bien vale la pena lo anterior, si superamos todos nuestros prejuicios, no sólo como una cuestión aisladamente pedagógica, sino como una forma de entender en dónde estamos parados y volver a creer que aún hay luz en el camino.
Abel Pérez Rojas (@abelpr5) es doctor en Educación Permanente. Dirige: Sabersinfin.com.

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